El ejercicio físico en la tercera edad

Todos los médicos coinciden en recomendar la practica de ejercicio físico en la tercera edad, siempre y cuando se respeten las exigencias y la capacidad física del organismo y no se someta al individuo a esfuerzos excesivos ni a estrés psicológico. La moderación es el principal criterio que hay que seguir.

 

 

El envejecimiento puede considerarse como el resultado de los cambios del individuo con relación al ambiente que lo rodea. Cuanto más temprano e intenso sea el envegecimiento, tanto menos será capaz de adaptarse a los cambios sufridos.

Parece ser que el grado de deterioro psicofísico que se registra con el envejecimiento, incluso en los años que se considera de presenilidad, no se debe exclusivamente al desgaste, sino también al tipo de ejercicio realizado hasta ese momento.

En efecto, nadie duda que la vida sedentaria favorece el envejecimiento precoz y la aparición de numerosos problemas de salud, tales como obesidad, varices, arteriosclerosis, estreñimiento, osteoporosis, etc.

 

 

Por otra parte, se ha dicho que, la actividad física prolonga la vida, aunque esto no se ha podido demostrar. Es cierto que las personas que llegan a edades avanzadas en su mayoría han sido activas durante toda su vida, pero no puede afirmarse que haya una relación directa entre actividad física y la longevidad.

Lo que sí puede asegurarse es que los signos característicos del envejecimiento (torpeza de movimientos, dificultades respiratorias y circulatorias, etc.) aparecen mucho más tarde en las personas que hacen ejercicio. No sólo son más ágiles y más capaces de realizar esfuerzos, sino que reaccionan más rápidamente al estimulo y conservan más tiempo un espíritu emprendedor y dinámico.

 

 

 

 

Actividad física y salud

Todos sabemos que nuestra capacidad física frente al esfuerzo declina lentamente conforme avanza la edad. No obstante, la mayoría de las personas conservamos mucha más capacidad físicas de la que utilizamos a edades muy avanzadas.

Es un error considerar el cuerpo como una máquina que se desgasta con el uso. No debemos, ni necesitamos, pasar nuestra edad media o nuestra tercera edad “tomándolo con calma”. Por el contrario, cuanto más ejercitamos nuestro cuerpo, dentro de unos límites razonables, más cosas somos capaces de hacer y mayor eficiencia adquirimos.

 

 

 

 

La práctica regular de ejercicio físico proporciona numerosas ventajas a nuestra salud. He aquí algunas de las más importantes:

-Fortalece nuestro corazón, estimula la actividad cardiocirculatoria mejorando la contracción cardiaca, la tensión arterial y el flujo venoso.

-Favorece la función respiratoria, produciendo una mejora del consumo de oxígeno y de la ventilación pulmonar.

-Fortalece los huesos y articulaciones. Facilita la actividad neuromuscular permitiendo una mayor agilidad al aumentar la fuerza muscular y la flexibilidad de las articulaciones

-También actúa favorablemente sobre otros procesos biológicos: se observa un aumento de la hemoglobina en la sangre, una mejora en los procesos de coagulación, una reducción de las grasas en la sangre, una utilización más correcta de la glucosa y una activación del calcio y del fósforo.

-En el aparato digestivo, el ejercicio físico mejora la secreción intestinal, corrigiendo la tendencia al estreñimiento que provoca la vida sedentaria.

-Por el contrario la falta de actividad física es un factor importante en la producción de enfermedades tales como la angina de pecho, el infarto de miocardio, la obesidad, la hipertensión, la artrosis, etc.

Precauciones que se deben tomar

Cualquier adulto que inicie un programa de ejercicio físico debe ser informado de los síntomas que pueden sobrevenir durante su practica y que, en general, indican una insuficiente acomodación al esfuerzo y que podrían ser indicios de una cardiopatía coronaria: dolor en el pecho, brazo, cuello o mandíbula; acortamiento significativo de la respiración con el ejercicio; desfallecimientos o desmayos; latidos cardiacos irregulares; náuseas o vómitos durante el ejercicio; debilidad o movimientos descoordinados; cambios inexplicables de peso y de la tolerancia al ejercicio.

Si aparece alguno de estos síntomas, hay que interrumpir el ejercicio inmediatamente y consultar con el médico.

 

 

 

También deben consultar al médico antes de comenzar a practicar regularmente ejercicio físico las personas mayores de sesenta años y que no estén acostumbradas a hacerlo, así como las que padecen alguna enfermedad y están recibiendo medicación.

Los fumadores y las personas con exceso de peso deben disminuir el consumo de cigarrillo y perder algunos kilos. Es mejor no fumar en absoluto pero, como mínimo, hay que evitar el tabaco después del ejercicio.

 

La vida sedentaria favorece el envejecimiento precoz y el riesgo de aparición de numerosos problemas de salud: obesidad, varices, arteriosclerosis, estreñimiento, osteoporosis…

El deterioro físico y psíquico que se registra con el envegecimiento no se debe exclusivamente al desgaste propio del paso del tiempo, sino también al tipo de ejercicio físico realizado hasta ese momento.

Los signos característicos del envejecimiento (torpeza de movimientos, dificultades respiratorias y circulatorias, etc.) aparecen mucho más tarde en las personas que hacen ejercicio

Las personas mayores de sesenta años y que no estén acostumbradas a hacer ejercicio físico, así como las que padecen alguna enfermedad y están recibiendo medicación, deben consultar con el médico antes de empezar la practica regular de alguna actividad física.

 

 

Artículo transcrito por Fernando Dopateo

 

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