Historia de la corbata

En Egipto, las clases pudientes acostumbraban a anudarse al cuello un trozo de tejido triangular. También los legionarios romanos llevaban al cuello lo que llamaban “focale”, algo muy similar a la corbata. Se trataba de una especie de protector de la garganta contra las inclemencias del tiempo y que, además de los soldados, solían usar también las mujeres, los oradores y todo aquel que sufría problemas de salud.
Aunque la corbata como la entendemos hoy en día se remonta a la segunda mitad del siglo XVII, cuando llegan a Francia los mercenarios croatas, quienes llevaban un trozo de tela blanca que llamaban “hravatska”. La llevaban con un nudo en forma de rosita, colgándole los extremos encima del pecho. Los franceces pronto se sintieron entusiasmados por lo que ellos llamaban la “croatta”, siendo ellos los que la difundieron por todo el mundo.
Al final del siglo XVII se acostumbraba anudar con suavidad la corbata al cuello y enhebrar los dos extremos en un ojal de la chaqueta o bien fijados con un broche. Durante la Revolución Francesa, el color de la corbata llegó a adquirir un valor político. Los revolucionarios la llevaban de color negro, mientras que los contrarevolucionarios la lucían de color blanco.
Los “incroyables” eran gente extravagante y elegante y usaban una corbata de gran dimensión, por lo que llegaban a esconder la barbilla y el labio inferior. Lord Brummel fue un personaje muy importante que introdujo el empleo del almidón para que la corbata se mantuviera rígida. Cuentan que para anudarse la corbata necesitaba la ayuda de dos mozos.
A principios del siglo XIX, la corbata comenzó a tener la forma muy parecida a la actual, aunque más voluminosa. La moda empezó a cambiar rápidamente, centrándose en tres colores solamente: gris, negro y blanco. También se empezó a utilizar el tipo “lavalliére”, cuya peculiaridad más importante fue tenía dos partes iguales en ancho y largo. Este tipo fue emblemático de los artistas y revolucionarios.
En ésta época, la corbata se difundió por todo el mundo. Comenzaron a utilizar camisas con el cuello más pequeño a fin de poder anudar la corbata. Entonces ya solo se hacía un giro alrededor del cuello. Las más típicas eran: la “galla” o papillón, el “plastron” (ascot o bufanda a la inglesa) y el “nudo” o corbata larga.
“L’Art de se mettre la cravatte” atribuido a Honorato de Balzac y publicado en 1827, habla de la importancia de la corbata. Cita veintidos maneras distintas de anudarse la corbata. Por ejemplo: Four-in-Hand (americano), Windsor (inglés), Medio Windsor (español), etc.
Napoleón siempre llevaba corbata negra con borde blanco, hasta que el día 18 de junio de 1815 decidió cambiarse de corbata y ese día perdió la batalla de Waterloo. A partir de entonces, el arte de anudarse la corbata se ha convertido en un signo de elegancia en el vestir de los hombres.
En 1880, los miembros de la Universidad de Oxford se ataban las cintas de los sombreros alrededor del cuello. Estas fueron en realidad las precursoras de las actuales corbatas. En esta misma universidad se creó la primera corbata del club confeccionada con los colores correspondientes. Esta idea se fue propagando por otros colegios, universidades y clubes.
En 1924, Jesse Langsdorf cortó la corbata de forma que desperdiciara muy poca tela. Esto lo hizo trazando un ángulo de 45 grados en la trayectoria del dibujo; además, no la cortó de una sola pieza, sino en tres que se cosían luego. La patente de este invento la vendió en todo el mundo y es la que hoy en día se confecciona, siendo ésta la moderna corbata.

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